domingo, 1 de marzo de 2009

Atrapada III

Y así, en la comunión forzada del placer y el terror, el vientre comenzó a hincharse. ¿Para dónde huir? ¿Apenas la cópula y ya hay producto?

No importa... ¡Chilla, ramera!

¡Vamos!

¿Eh?

¿Tú? ¿Aquí?

¡Déjala, es mía, está atrapada, y es mía!

Siento como la tensión se desvanece, algo está interfiriendo. Puedo percibir que esto no está funcionando como debería funcionar. Esto es demasiado para mí, debo detenerlo Ella sólo gime. ¡Dime qué sucede, maldita!

¿Quieres que abra la puerta, cierto?

¡Bien, ahí est....

¿Eh?

¿Yo también? Pero yo puedo irme cuando quiera...

¡Ese fastidioso tic tac! ¡YA BASTA!

Silencio absoluto.

Ahora lo veo. Ahí está. La máquina de escribir parece estar viéndonos. Y ella... como los sospeché, su vientre ya no está hinchado. Está ahí, contra la pared, su entrepierna sangra, pero no es su sangre.

Bien, preséntate, seas lo que seas.

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